Una vez que las plantas están endurecidas en vivero, se sacan de sus almacigueras, se embalan en sacos o cajas y se transportan en camiones cerrados hasta el sitio de reforestación. Sin embargo, por temas logísticos o climáticos no siempre se plantan de inmediato: pueden pasar días o incluso semanas antes de que lleguen a su ubicación definitiva.

Ese intervalo, sumado al viaje, puede generar alto estrés en las plantas, afectando su capacidad de prendimiento y supervivencia en terreno.

Para evitarlo, existe una técnica tradicional, a veces subestimada: el barbecho. Consiste en abrir zanjas u hoyos y ubicar las plantas juntas, cubriendo sus raíces y protegiéndolas de la desecación, el daño radicular y otros factores de estrés abiótico.

Su simplicidad esconde su relevancia: el barbecho puede marcar la diferencia en el éxito de una plantación, sobre todo pensando en proyectos donde se exigen resultados y se invierten recursos significativos.

En las fotos, el barbecho que realizamos esta temporada en Calbuco con Regenera Orgánico, con coihues, notros, arrayanes, lumas y ulmos.

Aprovechamos además de ensayar un bioestimulante radicular, para que las plantas lleguen listas a enraizar una vez establecidas. Más adelante les contaremos los resultados.